El Festival Cordilleras no solo nos regaló música increíble, sino también una variedad de rostros que quedarán grabados en la memoria. Mientras recorría el festival, me encontré con personas cuyos rasgos únicos y sonrisas cálidas parecían iluminar cada rincón del lugar.
Había algo especial en la diversidad que llenaba el espacio: desde aquellos con miradas profundas y ojos llenos de historias, hasta las risas contagiosas de grupos de amigos que parecían flotar con la música. No importaba hacia dónde volteara, cada rostro tenía su propia chispa, una expresión que reflejaba la alegría de estar compartiendo momentos mágicos.
El festival no solo fue un encuentro de sonidos, sino también de personas auténticas, de esas que, con una simple sonrisa o un gesto amable, te hacen sentir que perteneces. Fue como si cada cara contara una historia, y esas historias formaran parte del mismo tejido vibrante que fue el Festival Cordilleras.
fotografía y nota by magda.mp4a
